No sé si este bien decirlo o escribirlo, pero es hora de hacer de nuevo las maletas, guardar lo que sirvió y lo que no atesorarlo ya que es lo único que me hará libre…
Quisiera sentir un poco de lo que he sentido en ocasiones anteriores, nostalgia, vértigo incluso lastima por mí, pero ahora lo único que siento es mucho coraje y ganas de no volver.
Si es cierto que no se cerrar los ciclos correctamente que muchas veces he intentado huir de mis problemas antes de siquiera intentar resolverlos, antes de saber que esos fantasmas me perseguirán toda la vida, vida que no me disgusta que incluso en momentos así me encanta la facilidad con la que puedo intentar salir de la mierda en la que me metí. Y saber que si puedo es lo más irónico.
Hace unos días una mujer cósmica y de retazos liricos durmió la noche completa pegada a mi cuello… ¿Hubiera sido sensato deshacer el amor en letras con su carne…?
Su respiración me colma, discreta sin olor, con ansia… Tremendamente conocida. Especialmente mía.
De un momento a otro se levanta, se pone de pie, se talla sus ojos envinados, me ve se pone su mano en la boca, bosteza.
-¿Por qué hicimos el amor… y no deshicimos la cama…?
-No lo sé.
-Tal vez porque aunque no lo quieras aceptar estas volviendo al origen que es tenerme en tu cama. Yo estoy haciendo lo mismo, regresando al origen… Estar aquí contigo.
Yo toco su cabello en este domingo, la veo a contraluz, la veo detenidamente en sus pequeñas pecas, me detengo en sus labios finos y delicados de artes precisos a la hora de besar por cierto que la ventana está abierta y aun huele a cigarro, las cortinas juegan y bailan a destiempo mientras los ruidos de la calle nos devuelven a la realidad, me toma de la mano, me ve yo a ella la quiero siempre.
Mi boca tiene el sabor de la tarde hundida en su sexo -Y eso es lo más honesto que puedo decir-, huelo a ella, de nuevo mi sabor está influenciado por el de ella.
“A cuestas cargo tu nombre, acuestas llevo las cosas que me obsequiaste,
Las canciones que me tatuaste en el corazón, aun suenan en las noches de inspiración muerta,
Tu marca siempre la llevo en mi mano izquierda, tal como tú llevas la de la pantorrilla…
Ahora el amor se tiende en espera de que sea la definitiva….”
La veo desnuda intenta ir al baño, es cierto así como la fecha de su cumpleaños, la marca en su pantorrilla derecha sigue inerte, sin cambios. Sé que nadie besa tanto esa cicatriz como yo, nadie puede estar observándola, remarcándola con el dedo una y otra vez hasta que el sueño y la noche me vencen. Su desnudez combina con el tapiz de mi cuarto ventilado para ocasiones de esta.
Escucho un ruido característico en el baño… Yo enciendo un cigarro mas, en espera de que salga del baño, yo pienso en lo que paso en cómo es tan fácil que ella vuelva a poner el mundo en sintonía.
La ventana sigue ventilando las ideas el amor en forma de sexo que se escapo por segundos de su interior en el cual me vacio como en los viejos tiempos, aquellos tiempos que fueron de nosotros, tiempos de algodones de azúcar, películas significativas, cuartos de hotel, tardes de domingos, canciones de Arjona, viéndonos la cara encontrando motivos para no irnos.
El perro de mi vecino ladra, ella sale del baño su cabello, la forma. Su cara limpia, su cuerpo pulcro, su cuello, sus pechos viajeros acomodados a la envergadura de mis manos, su vientre, con la cicatriz de la cesaría de su primer hija, Isabela, bella la madre, hermosa la hija. Su sexo interminable.
Me ve.
-Pensé que te metías a balar conmigo.
-Prefiero después quiero oler a ti un tiempo más.
¬-Pero siempre hueles a mí, recuerda algo no importa cuántas mujeres hayas tenido o tengas siempre seré yo la del origen, la de esas palabras, la de ese sentido común sin sentido.
-¿Por qué estas tan segura…?
-Te lo dije antes y te lo repito, todos absolutamente todos volvemos al origen, unos más tarde que otros, pero siempre volvemos.
Se acerca me besa, beso coital diría ella. Sonríe, me ve a los ojos.
-¿Ves…?, Aun traigo tu sabor también.
Se pone en la ventana, enciende un cigarro.
Y empieza filosofar…
Quisiera sentir un poco de lo que he sentido en ocasiones anteriores, nostalgia, vértigo incluso lastima por mí, pero ahora lo único que siento es mucho coraje y ganas de no volver.
Si es cierto que no se cerrar los ciclos correctamente que muchas veces he intentado huir de mis problemas antes de siquiera intentar resolverlos, antes de saber que esos fantasmas me perseguirán toda la vida, vida que no me disgusta que incluso en momentos así me encanta la facilidad con la que puedo intentar salir de la mierda en la que me metí. Y saber que si puedo es lo más irónico.
Hace unos días una mujer cósmica y de retazos liricos durmió la noche completa pegada a mi cuello… ¿Hubiera sido sensato deshacer el amor en letras con su carne…?
Su respiración me colma, discreta sin olor, con ansia… Tremendamente conocida. Especialmente mía.
De un momento a otro se levanta, se pone de pie, se talla sus ojos envinados, me ve se pone su mano en la boca, bosteza.
-¿Por qué hicimos el amor… y no deshicimos la cama…?
-No lo sé.
-Tal vez porque aunque no lo quieras aceptar estas volviendo al origen que es tenerme en tu cama. Yo estoy haciendo lo mismo, regresando al origen… Estar aquí contigo.
Yo toco su cabello en este domingo, la veo a contraluz, la veo detenidamente en sus pequeñas pecas, me detengo en sus labios finos y delicados de artes precisos a la hora de besar por cierto que la ventana está abierta y aun huele a cigarro, las cortinas juegan y bailan a destiempo mientras los ruidos de la calle nos devuelven a la realidad, me toma de la mano, me ve yo a ella la quiero siempre.
Mi boca tiene el sabor de la tarde hundida en su sexo -Y eso es lo más honesto que puedo decir-, huelo a ella, de nuevo mi sabor está influenciado por el de ella.
“A cuestas cargo tu nombre, acuestas llevo las cosas que me obsequiaste,
Las canciones que me tatuaste en el corazón, aun suenan en las noches de inspiración muerta,
Tu marca siempre la llevo en mi mano izquierda, tal como tú llevas la de la pantorrilla…
Ahora el amor se tiende en espera de que sea la definitiva….”
La veo desnuda intenta ir al baño, es cierto así como la fecha de su cumpleaños, la marca en su pantorrilla derecha sigue inerte, sin cambios. Sé que nadie besa tanto esa cicatriz como yo, nadie puede estar observándola, remarcándola con el dedo una y otra vez hasta que el sueño y la noche me vencen. Su desnudez combina con el tapiz de mi cuarto ventilado para ocasiones de esta.
Escucho un ruido característico en el baño… Yo enciendo un cigarro mas, en espera de que salga del baño, yo pienso en lo que paso en cómo es tan fácil que ella vuelva a poner el mundo en sintonía.
La ventana sigue ventilando las ideas el amor en forma de sexo que se escapo por segundos de su interior en el cual me vacio como en los viejos tiempos, aquellos tiempos que fueron de nosotros, tiempos de algodones de azúcar, películas significativas, cuartos de hotel, tardes de domingos, canciones de Arjona, viéndonos la cara encontrando motivos para no irnos.
El perro de mi vecino ladra, ella sale del baño su cabello, la forma. Su cara limpia, su cuerpo pulcro, su cuello, sus pechos viajeros acomodados a la envergadura de mis manos, su vientre, con la cicatriz de la cesaría de su primer hija, Isabela, bella la madre, hermosa la hija. Su sexo interminable.
Me ve.
-Pensé que te metías a balar conmigo.
-Prefiero después quiero oler a ti un tiempo más.
¬-Pero siempre hueles a mí, recuerda algo no importa cuántas mujeres hayas tenido o tengas siempre seré yo la del origen, la de esas palabras, la de ese sentido común sin sentido.
-¿Por qué estas tan segura…?
-Te lo dije antes y te lo repito, todos absolutamente todos volvemos al origen, unos más tarde que otros, pero siempre volvemos.
Se acerca me besa, beso coital diría ella. Sonríe, me ve a los ojos.
-¿Ves…?, Aun traigo tu sabor también.
Se pone en la ventana, enciende un cigarro.
Y empieza filosofar…
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